Vitaminas Espirituales
Justicia Social
La Justicia social Católica está basada en las Escrituras, Jesús dice: “El Espíritu del Señor me ha ungido para anunciar a los cautivos su libertad” (Lucas 4,18) y les da a sus seguidores un nuevo mandamiento: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan 15,12) por consiguiente, somos llamados a denunciar las injusticias donde las veamos y a anunciar una nueva manera de vivir juntos en comunidad.
Además de las Escrituras, los principios de nuestra Justicia social se inspiran en la Doctrina Social de la Iglesia o la instrucción oficial de Papas y Obispos católicos relacionadas con cuestiones sociales.
En Gaudium et Spes (1965), una de las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, los católicos son llamados a hacerle frente a los problemas sociales y económicos debido a que es la responsabilidad de los cristianos “escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio”. El Papa Francisco les ha dado nueva vida a estas enseñanzas al retarnos a trabajar juntos para construir una economía de inclusión.
El respeto de la persona humana considera al prójimo como ‘otro yo’, supone el respeto de los derechos fundamentales que se derivan de la dignidad intrínseca de la persona que vincula al ser humano en la igualdad y a los derechos que de ésta se derivan.
Las diferencias entre las personas obedecen al plan de Dios que quiere que nos necesitemos los unos a los otros, esas diferencias deben alentar la caridad, la igual dignidad de las personas humanas exige el esfuerzo para reducir las excesivas desigualdades sociales y económicas.
Para la Espiritualidad Benedictina construir una comunidad justa y equitativa significa estar en plenitud con Dios y los demás.
Para vivir la Justicia social podemos practicar el valor de la solidaridad que nos lleva a servir al prójimo en todas sus necesidades, tanto materiales como espirituales.
“Ut in obmnibus glorificetur Deus”
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